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Representaciones y practicas sociales

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4 reproducciones de la que carecemos en la gran mayoría de las ocasiones: se conservan los bocetos y las notas del autor describiendo las imágenes. Estos apuntes nos indican qué figuras llamaban su atención, cómo creaba sus composiciones, los gestos y actividades que quería captar, sus apreciaciones sobre la población capitalina y veracruzana, etcétera.22 Tras una breve estancia en el Instituto de Artes Plásticas de Munich, el suizo Johann Salomon Hegi decidió estudiar por su cuenta, huyendo de la rigidez de sus maestros. Amigo de Gottfried Keller, compartió con él la ex- periencia de decidir ser artistas y dedicar unos años a abandonar su país de origen. Ya en México, la falta de éxito en el impulso de su obra, así como las difíciles condiciones del país (el peligro de pintar al natural a las afueras de la ciudad por los asaltos o la subsistencia de las costumbres y los trajes típicos únicamente en los indígenas) complicaron su estancia. No obstante, residió 30 en territorio mexicano de 1849 hasta el 31 de marzo de 1860, cuando tomó un barco a Burdeos.23 A través de sus trabajos a lápiz, acuarela y con plumilla, Hegi representó a las mujeres capitalinas, los festejos de la ciudad, los niños, los edificios de la capital, el paisaje de los alrededores, etc. En este recorrido pictórico por la ciudad, merece la pena detenerse en una de las festividades a la que asistían tanto las clases altas como la gente humilde: las corridas de toros. A pesar de que Hegi sintiese “repulsión hacia este bárbaro espectáculo”, el artista inmor- talizó tres corridas, en Tacubaya, en la plaza del Paseo Nuevo con una cua- drilla de toreros mexicanos y otra con una cuadrilla de toreros españoles.24 En la primera corrida (figura 12) el artista destacó la presencia en el público no sólo de damas, sino de niños (encontrando en este hecho la ex- plicación de que después se “vuelvan insensibles”) y se dedicó “únicamente a observar” al público.25 En el centro de la escena el rejoneador da las últi- mas picadas al toro, mientras el matador prepara la capa y la espada. En las gradas, algunos espectadores observan la escena con atención, otros, como las damas entre la segunda y tercera columnas, conversan sin interesarse por el espectáculo. Así, entre hombres con chisteras y mujeres con mantillas, los niños se apoyan en sus regazos y se levantan atentos a la corrida. No obstante, en el extremo izquierdo del cuadro, sobre la diagonal cen- tral vemos otro tipo de público. La paleta del artista pasa de emplear un tono sepia para la piel de las damas y los señores, a un tono cobrizo para la piel Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


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