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Tres miradas a la historia contemporánea (electronico)

Presentación G. Gurza gráfica, comunicaciones más fluidas –en el interior y hacia el exterior– y la presencia de numerosas comunidades campesinas, hicieron más eficaz el llamado de las ligas socialistas, y fue en esa área donde el Partido Socialista Agrario cobró mayor fuerza. Estas divisiones internas tendrían mucho peso al momento de la rebelión de Adolfo de la Huerta en 1923-1924, coyuntura que los grupos temerosos a la influencia socialista y desafectos a la continui- dad Obregón-Calles aprovecharían para unirse al levantamiento y derrocar al gobierno estatal liderado por socialistas. De este modo, el trabajo de May revela la compleja articulación entre los conflictos locales y las contiendas a escala federal. Ambas esferas estaban relacionadas, por supuesto, pero el entorno político campechano tenía sus propias pugnas y luchas políticas, las cuales condicionaban la reacción de los distintos actores con respecto a los cambios políticos a escala federal. Por último, Mercedes Alanís nos ofrece un interesante análisis del dis- 7 curso médico sobre la niñez en las décadas posteriores a la revolución mexi- cana. En su opinión, los años veinte representan un momento crucial en la intervención de los médicos tanto en el parto como en el cuidado de los recién nacidos, un ámbito que de manera tradicional había permanecido bajo el dominio de las parteras, y regido por las costumbres, la familia y otros agentes del ámbito privado. En esos años, sin embargo, prescripciones de higiene, de alimentación y de otros cuidados, con el apoyo de la “ciencia” y del Estado, sirvieron para legitimar la intervención de los médicos y dar impulso a un discurso civilizatorio, modernizador y nacionalista. El resultado es la creación de una visión sobre el niño ideal, un niño sano y fuerte que se convertirá eventualmente en un buen trabajador y un buen ciudadano (o un buen patriota). Como señala Alanís, es muy difícil medir la penetración de este tipo de discurso en el comportamiento real de las familias, y no cabe duda de que los usos y costumbres que pretendía eliminar se mantuvieron por mucho tiempo –y persisten hasta la fecha. Pero el desarrollo de estos discursos, y la conjunción del intervencionismo médico y el diseño de políti- cas de salud para la infancia por parte del Estado, marcaron el inicio de una etapa decisiva para el desarrollo de la profesión médica y para la introduc- ción de aspectos clínicos en los que antes era parte del ámbito privado. El Estado también asumió un nuevo papel como promotor de esa intervención médica como una cuestión de interés nacional. D. R. © 2013, Instituto Mora Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.


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