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Espacios Tatuados

Hacia un desarrollo local... D. N. Martínez en la perspectiva de “arriba-abajo” se caracteriza por la valoración de las capacidades endógenas (Alburquerque y Castillo, 2002: 7) y en destacar el poder de acción de los agentes locales: institucionales, políticos, eco- nómicos y sociales (Klein, 2006: 309). En este contexto, el gobierno federal cedió facultades a los gobernado- res y a los demás actores regionales para la definición de su propio estilo de desarrollo. Sin embargo, algunos espacios subnacionales continuaron repro- duciendo las directrices de la política económica nacional, y otros crecieron en función de las dinámicas locales aprovechando el potencial de sus recur- sos disponibles (naturales, culturales, políticos y sociales). De esta manera, la política regional de segunda generación,3 gestada en el caso mexicano entre 1982 y 2000 y cuya característica principal es el abandono de la empresa pública como instrumento de desarrollo en áreas marginadas, se concentró en construir un ambiente de relaciones horizon- 99 tales entre sociedad, gobierno local y mercado, lo que implicó, entre otras cosas, que el fomento regional quedara en manos de los gobernadores. Estas características forman parte de los supuestos teóricos del desarrollo econó- mico local, el cual permite incrementar la capacidad natural, social y cultu- ral a través de la participación activa de la población en la creación y con- solidación de iniciativas que permiten aprovechar el potencial del territorio, es decir que con sus recursos locales se debe fomentar el tejido industrial. Con base en lo antes dicho, podemos ver cómo los microempresarios, ante la pasividad de las políticas estatales, le dieron un valor agregado al cacao utilizando la riqueza del territorio y desarrollando tres capacidades: la local, con la mano de obra nativa; la natural, al usar el cacao, y la histórica y sociocultural, al utilizar la experiencia y tradición del uso del chocolate, la que ha sido una actividad antigua de la región. Es así que, pese al predominio petrolero, los agentes económicos han estado generando alternativas propias que permiten la diversificación del empleo y el rescate de la vocación regional. Desde 1970 el sector primario dejó paulatinamente de ser la actividad principal, convirtiéndose la petrolera en el factor económico dominante en el estado, lo que produjo en la socie- dad tabasqueña la inserción de una industria ajena a las prácticas produc- tivas y de una magnitud desproporcionada para el tamaño de la economía local (Michel, 1980: 19). D. R. © 2012, Instituto Mora Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.


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