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Representaciones y practicas sociales

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4 1926, en consonancia con el anticlericalismo revolucionario que se remon- taba desde el año 1913. Fue una campaña gradual, pero consistente, que tenía como objetivo eliminar la influencia del clero católico en la enseñanza. Así, la educación socialista puede verse también como la culminación de este proceso, pero también como una maniobra del gobierno para irritar a la Iglesia y a los conservadores. Igualmente, fue un proyecto de los radicales en el Congreso. Los radicales querían sustituir el laicismo, insuficiente para ellos porque no combatía el error, la superstición y los dogmas religiosos, por una educación que desterrara definitivamente el catolicismo de la mente de los niños y formara ciudadanos con una visión materialista y racional del mundo sustentada en el conocimiento científico. Si antes el enfoque antirreligioso no estaba presente de manera explícita en la ley constitucional, ahora sí se hacía claramente presente. Pero hay que hacer una acotación, si bien la edu- 148 cación socialista en un principio fue pensada como una medida anticlerical, no es menos cierto que durante el cardenismo debe ser vista también como parte de un programa de reformas sociales, en donde la enseñanza fue con- siderada como un elemento de cambio social muy importante. Es en esta etapa donde la unPf intensifica su actuación como grupo de presión, destacándose como una de las organizaciones más activas y com- bativas: organizando manifestaciones, publicando memoriales y comunica- dos en la prensa, difundiendo panfletos y volantes, elaborando dictámenes jurídicos para mostrar la inconstitucionalidad de la reforma al artículo terce- ro; todo con el propósito de echar abajo la enseñanza socialista. Sin embar- go, a pesar de la oposición católica, la reforma del artículo tercero fue apro- bada por el Congreso de la Unión en octubre de 1934, con el respaldo de Calles y del presidente Lázaro Cárdenas, y promulgada en diciembre de ese mismo año. El nuevo texto del artículo no definía el socialismo que debía instituirse en las escuelas. Esto era así porque nunca existió un programa concreto que guiara a los maestros. Lo que se entendía por socialismo era inculcar en los alumnos el sentido de solidaridad, de justicia social y una preocupación por su comunidad y sus necesidades, así como por sus seme- jantes. Tampoco era radical en cuanto a que significaba la imposición del odiado comunismo, como decían los grupos conservadores. Más que nada, lo que despertó el temor y los recelos de estos grupos y algunos sectores del pueblo, fue el discurso radical y la demagogia de muchos funcionarios car- Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


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