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Representaciones y practicas sociales

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4 statu quo. El ambiente de inconformidad social hacia la sociedad tradiciona- lista de la posguerra se dio desde diversos flancos y el ámbito psiquiátrico no fue la excepción. Recordemos las críticas estudiantiles, pacifistas, feministas, obreras, ecologistas, gays, raciales, por mencionar sólo algunas. La antipsi- quiatría sesentera compartió con estos movimientos el carácter contestatario, rebelde y subversivo que proponía un mundo más allá del capitalismo y de la rígida sociedad patriarcal de la época.11 En segundo término, encontramos que, desde años antes, en la propia psiquiatría se venía dando un análisis in- terno, desde diversas corrientes que, finalmente, influirían en la antipsiquia- tría, tales como la psiquiatría social estadunidense de las décadas de 1940 y 1950 que veía la enfermedad mental como un fenómeno cultural; los estu- dios sociológicos de Erving Goffman sobre el manicomio como “institución total”; el pensamiento antiinstitucional de Michel Foucault que planteaba 210 que la locura es una construcción cultural, social e histórica; los postulados de Thomas Szazs acerca del mito de la enfermedad mental, y las experiencias de Maxwell Jones en torno a la comunidad terapéutica, primordialmente.12 Como movimiento, la antipsiquiatría se inició durante los sesenta en Gran Bretaña con Ronald Laing, David Cooper y Aaron Esterson. De manera casi simultánea, en otros países (Estados Unidos, Francia e Italia) surgieron grupos que en algunos puntos se identificaron con los antipsiquiatras bri- tánicos y que durante tal década y la siguiente se opusieron al poder de la medicina mental como instrumento de control médico, político y social. A pesar de que dicho movimiento no presentó homogeneidad de un país a otro, e incluso ni entre los diferentes personajes de una misma na- ción, se puede estipular que sostuvo dos grandes premisas compartidas por la mayoría de sus defensores: 1) un cuestionamiento a la epistemología psi- quiátrica, desde la propia concepción del enfermo y de la afección mental, hasta la nosología, la semiología y la etiología de la psiquiatría oficial, y 2) la crítica hacia la práctica psiquiátrica, como la asistencia (el manicomio), la terapéutica (los electrochoques, los psicofármacos, las psicocirugías y el psi- coanálisis) y la relación desigual entre el médico y el paciente en la medicina mental hegemónica.13 De tal modo, la antipsiquiatría, si bien no proponía un desmantelamien- to total de la psiquiatría, planteaba, eso sí, un nuevo acercamiento a la locura desde una perspectiva más “humanitaria” en la que el manicomio opresivo Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


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