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Representaciones y practicas sociales

“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales estaba fuera de lugar. Proponía que el enfermo fuera “liberado” de su encie- rro de violencia, y tratado en el seno de su familia y comunidad a través de un sistema de relaciones sociales horizontales y sin coerción de ningún tipo. Con el paso del tiempo, en el decenio de 1970, la antipsiquiatría euro- pea se mostró mucho más crítica tanto hacia sí misma como hacia la psiquia- tría institucionalizada. Su ideología ya no fue tan radical y vehemente; en ese momento, aun cuando continuó con su línea cuestionadora, su orientación giró más en torno a la formulación y puesta en marcha de propuestas alter- nativas concretas con respecto al problema de la enfermedad mental. Igual- mente, en este momento ya no se usó el término “antipsiquiatría”, e incluso sus propios autores lo rechazaron pues decían que sugería cuestiones extre- mistas y ambiguas.14 Así, se dio mayor peso a la expresión “alternativas a la psiquiatría”, con la cual se trataba de proyectar una imagen más somera y positiva de las ideas antipsiquiátricas. Sin embargo, en la década de 1980 el 211 movimiento perdió fuerza y sucumbió no sólo ante sus propias contradiccio- nes, sino también, por un lado, ante el retroceso de las izquierdas y las ma- nifestaciones contraculturales a nivel mundial y, por otro, ante la hostilidad y descalificación de la psiquiatría institucionalizada, así como por la reorgani- zación de la misma en torno a la concepción biologicista de la enfermedad mental, que se materializó, por ejemplo, en las innovadoras investigaciones en el campo de la psicofarmacología, que trajeron a su vez medicamentos más “eficientes” de segunda o tercera generación que permitieron en mu- chos casos un tratamiento en el exterior del hospital psiquiátrico.15 En cuanto al caso mexicano, la antipsiquiatría tuvo un desarrollo tardío en comparación con los países europeos, pues si bien se conoció desde co- mienzos de la década de 1960, no fue sino hasta los setenta que un grupo minoritario de médicos, psicólogos y psicoanalistas la adoptaron como ban- dera de lucha contra la psiquiatría institucionalizada. Nuestra investigación encontró que la recepción de la antipsiquiatría en México fue de tipo minoritario, marginal y prácticamente con ninguna incidencia en el sistema público de salud mental y en la psiquiatría insti- tucional. Esto, propusimos, se debió a la confluencia de una serie de fac- tores. Primero, a las propias características que adoptó dicha asimilación: en ningún momento presentó una coherencia intrínseca o una finalidad claramente delimitada; fueron pocos quienes se interesaron en ella; su ca- D. R. © 2012, Instituto Mora Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.


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