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Representaciones y practicas sociales

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4 aislamiento se da el siguiente diálogo cuando solicita ir a los sanitarios y un enfermero le da la medicación: Jacinto: ¿La gozas como enano, verdad? Enfermero: Ten cuidado con lo que dices, no se te vaya a aparecer el diablo. Jacinto: El diablo y yo nos hablamos de tú, hijo. Enfermero: Eres medio boconcito, pero si quieres te doy una calentadita para que se te quite lo necio. Jacinto: ¡No te tengo miedo cabrón! (lo empuja). Enfermero: ¡Ora!, ve al baño, pero deja la puerta abierta. Jacinto: ¡Es que voy a cagar! Enfermero: No importa, déjala así (riéndose). 224 En el mismo sentido de crítica, en Los renglones torcidos de Dios se da una discusión entre el doctor Alvar y Alicia sobre el estado mental de esta, la cual cuestiona seriamente la ciencia psiquiátrica: Doctor Alvar: Señora, yo no permito que mis pacientes me griten. Alicia: Para que lo respeten debe empezar por respetar, ¿de quién se está burlando doctor? Doctor Alvar: Señora, está usted seriamente enferma y es deplorable que… (Recibe una cachetada de Alicia). Alicia: ¡No sabe reconocer un loco del que no lo está! Este planteamiento acerca de que la psiquiatría es incapaz de distin- guir entre la locura y la razón –que es totalmente antipsiquiátrico y que plantea el punto de la relatividad de la locura: ¿quién está loco y quién lo decide?–, también tiene lugar en La mansión de la locura y en María de mi corazón. En la primera, el periodista Gastón no se percata que el doctor Maillard que se presenta ante él no es más que un loco y, en la segunda, los psiquiatras del hospital campestre no pueden ver que María está cuerda y únicamente ven sus alegatos (el insistente “sólo vine a hablar por teléfono”) como síntomas de locura. Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


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