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Representaciones y practicas sociales

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4 nes de electroshocks son dramatizadas de tal modo que este método parece cruel y bárbaro. En una de ellas, Jacinto exclama: “No me hagan eso, me van a destruir, se los suplico”; y un enfermero contesta: “No se siente nada, no te va a pasar nada.” En otra imagen vemos a Jacinto despertar de una sesión, vomitado y orinado, “si no es para tanto”, le dice un enfermero; “¿ya se los han puesto?”, objeta Jacinto, a lo que contesta el enfermero: “No, gracias a Dios, no los he necesitado, pero siempre he dicho que el día que los nece- site que me los pongan, si es por el bien de uno.” En la sublevación del final de la película se invierten los papeles y los locos aplican los electroshocks a los médicos y enfermeros. Vocifera Jacinto: “Necesitamos silencio porque este es un asunto bien delicado. Les vamos a dar una sopa de su propio cho- colate. Nosotros hemos decidido que quienes están mal de la cabeza son ustedes. ¡No les va a doler, no se siente nada.” 226 En la misma cinta en una conversación entre los pacientes, estos ex- presan lo siguiente: “A mí me dieron quince electros, por eso estoy como estoy; a mí ya me han dado seis, creo que si me dan otro me muero; yo prefiero la insulina, aunque me ponga como cerdo; las dos son cosas inhu- manas y hacen el mismo daño, son métodos de la edad media; de la edad de piedra.” Y otro paciente enfatizaba: “Y así me traían al principio, pastas, inyecciones, gas, un chingo de gas, cada sesión era una angustia de la chin- gada; yo les decía a los batasblancas que me sentía muy mal, hasta que un día ya me les andaba pelando; luego vinieron los choques de insulina y los electrochoques, me dieron como … ya ni me acuerdo, hasta que según ellos me amansaron.” En Los renglones torcidos de Dios se aborda en menor medida los tra- tamientos, no obstante, también se ve una visión negativa al respecto. Por ejemplo, una enfermera bondadosa y comprensiva le decía a Alicia: “Maña- na comenzarán a tratarte con electroshock y no quiero que hagan eso con- tigo.” En María de mi corazón en todo momento observamos la medicación forzada por medio de pastillas e inyecciones. María es obligada por una enfermera a tomas varias píldoras y le dice: “Aquí todas mis niñas se portan bien, tómalos, son unos ricos caramelitos.” La misma enfermera más tarde castigó a María con manguerazos de agua fría y la amenazó de este modo: “Si con esto no te curas te vamos a dar unos toquecitos.” Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


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