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Investigar para Incidir

La sociología política desde una trayectoria académica debate permiten que nociones tan diversas y complejas se popularicen en nuestro léxico y nos permitan ubicarnos como mujeres y hombres de nuestro tiempo, en clara coincidencia con lo que se debate a nivel mundial. Pero la mención de conceptos no implica que los ciudadanos se apropien de ellos. Describir no es asumir. Ni tampoco, obviamente, la sola conceptualización implica que se naturaliza el sentido profundo de su contenido. Definir ciudadanía, por ejem- plo, es una cuestión compleja porque implica ubicar un proceso histórico de larga data, pero creerse ciudadano, asumirse como tal, esa es una tarea que sobrepasa al investigador social. Lo mismo ocurre con cualquier concepto; no porque se repita a cada momento en los medios de comunicación o porque se incluya en los libros de texto escolar, se logrará una transformación virtuosa de los miembros de un colectivo, para entender y hacer propias nociones como los derechos humanos, la tolerancia, la diversidad, la injusticia, el pluralismo, la marginalidad, la desigualdad, por mencionar sólo algunas de enorme complejidad en su contenido. Ese paso gigantesco no le co- rresponde al investigador social en su calidad de académico, y ni siquiera está en sus manos poder hacerlo. Sin embargo, aun sin tener como tarea central la popularización de conceptos y su puesta en práctica colectiva, para contribuir en la conceptualización de la complejidad social sí hay fuentes de incidencia más inmediata que los científicos sociales tenemos en nuestra larga lista de tareas. Una bastante recurrente es la participación en el dise- ño de políticas públicas. Para un científico social resulta interesante, y es un reto ma- yúsculo, poder traducir la construcción de un discurso a veces utópico —como supone la definición de nociones ideales (¿la democracia no lo es?)— a ejercicios con- cretos y acotados a un marco legal que define normas y pasos a seguir, con el objetivo de alcanzar un fin específico en el entorno social. Es por esto que el diseño de políticas públicas es un nivel de amplia incidencia de los investigadores sociales. Muchos par- ticipan como consultores o realizadores del diseño de alguna política pública desde el campo de su expertise. Pero el reto no es fácil, porque el diseño de políticas públicas supone por sí solo un cierto tipo de conocimiento técnico que el investigador no iniciado en estas artes debe aprender a veces desde el nivel más básico. Obviamente, en el caso de un investigador que desarrolle este tipo de actividades lo que cuenta es su conocimiento profundo sobre un campo, lo cual vuelve infinitamente acelerado cualquier aprendizaje. Pero lo que quiero resaltar al mencionar esto es que el diseño de políticas públicas no es algo ni elemental ni obvio. Lo mismo creo para la hechura de leyes, proceso que en mi caso conozco de cerca gracias a que me ha tocado estar en varios procesos, invitada como “experta” desde mis propios temas. Esto me permite afirmar que el conocimiento técnico para la elaboración de un marco legal es tan complejo y detallado que lo deben hacer quienes están técnicamente preparados para ello. Los otros, conocedores pun- tillosos de lo que se debate, podemos observar, contribuir, acotar y sumar, pero no podemos, ni es nuestra labor, generar productos como leyes, códigos y reglamentos, los cuales finalmente son construcciones históricas fundamentales de cada sociedad. 32


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