La sociología política desde una trayectoria académica mentales se ha dicho todo. Por tanto, el conocimiento que la ciencia ofrece nos huma- niza porque nos permite reconocernos y reconocer a los otros en los tantos ejemplos que las distintas investigaciones sociales muestran. Esto es un punto fundamental de la ciencia, que sobrepasa cuestionamientos y fa- vorece que algunas sociedades valoren más que otras el quehacer científico. Conocer todo, plantearnos todo, preguntarnos todo, analizar todo, esa es la lógica de una na- ción que se plantea la trascendencia. Por ello, una sociedad democrática fomenta el conocimiento científico de sus ciudadanos como un principio de duda y compren- sión, y no el vil sometimiento a las normas como principios irrefutables. Por tanto, la sola producción de conocimientos es en sí misma una tarea que justifica plenamente el quehacer científico; supone evidenciar los problemas, dándoles un contenido ana- lítico y proponiendo conclusiones. El valor de la obra científica: “¿Cuántos kilos pesan sus aportes?” Desde mis primeros trabajos en el ámbito migratorio me interesó explorar sobre no- ciones como el ejercicio ciudadano y la capacidad de los sujetos para presionar y, final- mente, influir en el sistema político. La cultura política, la redefinición de la condición de ciudadano y, por tanto, la nueva geografía del Estado-nación, que han llevado a plantear sus límites e inconsistencias, se volvieron mis conceptos eje, lo que me ubicó en el debate teórico a nivel global. Eso es lo que en mi caso puso el piso teórico y ana- lítico a mi línea de investigación. Desde este debate, que está referido en mis textos de manera explícita, se ubica lo que considero como mi quehacer teórico más relevante y mi contribución social como investigadora: tratar de develar conceptos que expre- san formas sociales complejas, dado el contexto móvil que provoca la migración inter- nacional contemporánea, tales como la ciudadanía trasnacional o las múltiples membresías políticas —la doble nacionalidad, por ejemplo. Se trata de contribuciones probablemente cortas en su verdadera magnitud teórica, incapaces de resolver plan- teamientos que en algunos casos son incluso utópicos, como puede pensarse de la ciudadanía universal, global o planetaria, pero lo importante es que toda investiga- ción, incluida la mía, es un esfuerzo acumulado que acota este campo de estudio, lo identifica y lo socializa. En el caso de las categorías y nociones teóricas que personalmente he trabajado, considero que su utilidad es invaluable porque contribuyen a evidenciar un hecho social que está ahí, a la vista de todos —los migrantes mexicanos y su relación con el sistema político mexicano—, pero que pocos aprehenden y deciden desmenuzar, tra- tando de explicarlo, a partir del método científico; es decir, plantearse dudas sobre lo que a primera vista es en apariencia evidente para todos, pero que requiere ser defini- do a partir de indicadores, categorías y escenarios. Voy a mostrar esto a través de una imagen que dará sentido a lo que trato de expresar. En el libro La dimensión política de la migración mexicana (2003), escrito en coautoría con Jesús Martínez Saldaña, la 26
Investigar para Incidir
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