12 “Los superhéroes no existen” gráfica.2 Los ciudadanos de Francia, Estados unidos, Inglaterra, Alemania, España o Bélgica, por mencionar ejemplos al azar, ni siquiera imaginan que este pueda ser un debate y, por lo tanto, que el poder votar en ausencia sea una demanda; mucho menos que cuando se conquista, deba considerarse un triunfo político. Tal vez porque ya ha pasado tiempo y en México a veces se nos olvida que las elecciones en el exterior fueron siempre un tema que generó controversia, despertó suspicacia y exaltó argumentos contrarios de todo tipo.3 Aun cuando el proceso fue aprobado (1998), reglamentado (2005) y la elección misma fue echada a andar, las dudas siempre flotaban en el aire, como sigue ocurriendo en ciertos sectores nacionales y en algu- nos países que mantienen el debate en un punto neutro, como uruguay y Chile, donde sus diásporas mantienen “el voto en el alma”, a la espera de su aprobación efectiva. A diferencia de otros debates sobre la extensión de derechos ciuda- danos hacia distintos grupos históricamente marginados (por género, etni- cidad, edad, minusvalía), lo cual se ha considerado como un déficit de la propia democracia, y políticamente, una obligación pendiente de la propia república,4 en el caso de la exclusión por ausencia –debido a migración temporal–, los propios estados han mantenido una posición ambigua entre el derecho de los sujetos a preservar la ciudadanía y la obligación de que los propios beneficiados demuestren su interés, pasión, disposición extrema para “merecer” tal derecho. Esto no ocurre sólo en México, sino en la mayoría de los países donde dicho derecho no es una cuestión automática, sino que se vive como un reclamo político. Dicha situación crea una ambigüedad que “confunde” –tanto a la clase política, a la opinión pública, como a la sociedad en general– entre definir si la extensión de los derechos políticos de los ciudadanos es responsabilidad del Estado y, por tanto, su obligación democrática, o debe servir como una prueba del interés y cercanía de los sujetos con su nación de origen. Este punto es central porque tiene consecuencias directas en cómo se evalúan los resultados electorales de quienes radican en el extranjero, pues este “voto a 2 Hay casos en que la ciudadanía en la distancia no se niega pero tiene que refrendarse pre- sencialmente, como ocurre en Canadá, donde un ciudadano radicando en el extranjero tiene que regresar al país por lo menos cada cinco años para conservar su membresía política. 3 Inutilidad del voto, costo elevado, complicación electoral en un sistema de por sí complejo, posible influencia extranjera sobre las elecciones nacionales, falta de interés de los electores en el exterior, posible generación de desconfianza sobre los resultados finales, voto tendencioso. 4 En cada caso, precedida de una larga lucha ciudadana por alcanzar la inclusión política formal, sea en el caso del sufragio femenino, el reconociendo de los grupos indígenas o la reglamen- tación específica en casos de minusvalías.
Los superheroes no existen
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