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Los superheroes no existen

14 “Los superhéroes no existen” Veamos: para el nacionalismo revolucionario que fue la ideología que prevaleció en México más de 60 años bajo los regímenes del Partido Revolucionario Institucional (pri), un principio fundamental del modelo ideológico-cultural fue la homogeneidad nacional. Para el grupo heredero del poder emanado de una revolución iniciada a principios del siglo xx, no había espacio para la disidencia, la oposición ni la diferencia. Desde los años treinta del mismo siglo en que este modelo se articuló (y rediseñó en cada etapa subsecuente), hasta mediados de los años ochenta cuando el propio pri no resistía más la necesidad de apertura política, económica y social del México contemporáneo, la imagen de la homogeneidad nacional mexicana hacía tiempo que era completamente inoperante, incluso a nivel político. México se descubría como un país diverso, heterogéneo, complejo. El signo de los años ochenta fue la necesidad de reconocer las diferencias en la unidad. Diversidad religiosa, étnica, lingüística, sexual, social y, por supuesto, política. ¡Sorpresa! Los mexicanos no eran todos ni priistas ni guadalupanos. El norte fronterizo se rebelaba a la imagen de lo nacional como eco del centro, al mismo tiempo que el movimiento por el reconocimiento de los derechos culturales y políticos de los pueblos indígenas cobró fuerza no sólo como referente histórico, sino además como realidad contundente. Se inició una transición política que en paralelo abrió espacios sociales e imaginarios socialmente compartidos durante décadas. uno de estos tiene que ver con los migrantes, que en esa lógica del país cerrado, indivisible, homogéneo, permitieron (y reforzaron) una especie de caricatura del que decidía emigrar. El que emigraba era recreado como el que pierde su identidad, el que asume nuevos valores, otro lenguaje, nuevas modas, aspi- raciones cosmopolitas satanizadas. La época de oro del cine mexicano fue el mejor reforzador de esta imagen a través del pachuco,5 la incomprensión del chicanismo6 y el ensalzamiento del mexicano “puro” contra el que, al emigrar, pierde esencia, calidad de origen, lealtad, patriotismo, derecho de piso, pertenencia a la nación y membresía política. En paralelo a este contexto sociocultural hay una realidad política. En México no hubo una política migratoria (de hecho, oficialmente aún no la hay pues no existe una ley de migración como tal, aunque hay un debate abierto al respecto y una posible legislación específica del tema), sino un 5 Maciel, Bandolero, 1998. 6 Comunidad mexicana en Estados unidos política y socialmente segregada.


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