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Los superheroes no existen

introduCCión 15 acomodo funcional del gobierno a los beneficios que el proceso migratorio dejaba.7 La migración se mantuvo durante todo este periodo, contado en décadas, como un proceso muy localizado (principalmente en el Bajío y los estados de Zacatecas, Guanajuato, Michoacán y Jalisco); de impacto medio, pues emigraban hombres solos, campesinos, con una tasa de retorno muy elevada, lo que hizo a la migración un proceso circular y transitorio para la mayoría. Para las comunidades inscritas en el circuito migratorio esa realidad tenía desde entonces relevancia, consecuencias e impactos profundos;8 para el resto, la mayoría del país, era un proceso lejano, desconocido y poco relevante. Adicionalmente, para una sociedad profundamente desigual como la mexicana, los migrantes, de origen predominantemente campesi- no, eran la exhibición de la pobreza nacional ante los ojos del exterior. Por eso podían ser vilipendiados, maltratados en su imagen, no reconocidos ni incluidos en los planes de la nación. Sin llegar a ser considerados traidores,9 su migración era una especie de negación de su origen patrio, y de ahí que, socialmente hablando, representaran la antítesis de lo que debería ser un mexicano orgulloso y digno. A partir de los años ochenta se inició un cambio profundo de este proceso. Como es sabido en los estudios migratorios, el flujo de mexicanos hacia Estados unidos se masificó, se expandió por todo el país, se generalizó a los distintos grupos sociales (incluyendo clases medias y altas) y se volvió un proceso familiar (mujeres y niños), lo cual generó una etapa que permite hablar de una nueva migración. Al mismo tiempo, de manera gradual y pausada, México se pluralizó en lo político, económico y sociocultural. Los valores de la diversidad se incorporaron al léxico nacional –lo que no necesariamente implica que se hayan interiorizado cambios de valores ancestrales– y fue precisamente como parte de este proceso que la imagen de los migrantes empezó a cambiar al dejar de ser un asunto exclusivo de los campesinos para convertirse, irremediablemente, en un tema de todos los estratos sociales y rincones del país. Este tránsito explica en parte el 7 Se la ha denominado como “política de la no política”. 8 López, Diáspora, 2003. 9 El sentido de traición a la patria no es el referente de la migración en México como sí lo ha sido en otros países donde emigrar merece un castigo ejemplar. Por ejemplo, en Cuba durante décadas el que se va es considerado por el régimen –y la sociedad hace suya tal idea– un “gusano”, un desertor, un traidor. Ciertamente hasta en Cuba las cosas han tomado cierto matiz y este sentido feroz contra el emigrado ha cambiado, pero prevalece la idea revolucionaria de que la patria perte- nece a los que la habitan.


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